martes, 18 de enero de 2011

El perfil del dependiente

Las mujeres sufren en mayor medida que los hombres la dependencia, lo que puede deberse a que alcanzan una edad superior, y la dependencia aumenta con la edad.

Por lo que se refiere al estado civil, el hecho de enviudar se asocia a un sentimiento de dependencia, que si no es grave, pasa inadvertida hasta el momento en el que desaparece el cónyuge.

En cuanto al estado de salud, dos variables influyen en la dependencia. Ésta está determinada no sólo por la enfermedad objetiva, sino que además, existe una relación muy fuerte entre la autopercepción del estado de salud y los casos de dependencia, mayor aún que entre dependencia y enfermedades crónicas diagnosticadas. Una persona demanda cuidados y ayuda más en función de cómo se siente que en función de cómo está, o de cómo un profesional de la medicina diría que está.

Las variables analfabetismo y bajo nivel de instrucción están estrechamente ligadas a la dependencia. A menor nivel de estudios, mayor dependencia. Ello se explica porque estas variables están fuertemente relacionadas con las circunstancias económicas de la vida de los mayores, que condicionan la calidad de su vejez, y porque los recursos culturales se revelan como un instrumento muy valioso para poder manejarse en una sociedad compleja, mantener por más tiempo la autonomía y encontrar las estrategias necesarias para salvar las propias dificultades y enfrentarse a ellas.

Un aspecto preocupante y que plantea retos para las políticas sociales es comprobar que los segmentos sociales a quienes más afecta la dependencia, son los que más dificultades tienen para conseguir atención y cuidado en el mercado privado, al tiempo que coinciden probablemente con quienes menos se pueden hacer oír en el proceso de reivindicación de cobertura pública de la dependencia.

En cuanto a la convivencia, la mayoría de los mayores no dependientes viven solos con su cónyuge y la mayoría de los dependientes viven con sus hijos. Dado que en el hogar de sus hijos viven todavía sus nietos, esto incrementa la presión sobre la generación intermedia, que debe cuidar a ambos. Se percibe por otra parte, un aumento del número de personas mayores que viven con otros familiares y/o con un empleado/a del hogar.

Por último, debemos hacer referencia a los casos de mayores que rotan entre las distintas viviendas de sus hijos, situación que se da sobre todo en los casos de personas mayores no dependientes. Según datos del CIS, en 1993, un 17,2% de los mayores que necesitaban ayuda y asistencia alternaba entre las casas de sus hijos, situación que añade inseguridad y desconcierto a su estado de salud y baja autoestima.

1 comentario:

  1. es lamentable reconocer con miedo ,el tener que depender de otro ,no creo que estemos capasitados para entender al anciano ,y ensima enfermo .CREO los debe asustar a los ancianos el no saber a donde iran a parar es realmente triste que no nos preocupe al futuro de eyos...

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