jueves, 19 de enero de 2012

Valoración geriátrica hoy: Atención domiciliaria

La valoración en Gerontología, conforme ha sido recordada recientemente ( Pérez del Molino y Moya López, 1994), consiste en el “proceso estructurado de valoración global, con frecuencia multidisciplinario, en el que se detectan, describen y aclaran los múltiples problemas físicos, funcionales, psicológicos y socioambientales” que puede presentar una persona mayor con problemas de dependencia.

Con la valoración se pone de manifiesto las dificultades que presenta una persona para su vida diaria y registrar los recursos de atención disponibles, poniendo en marcha un plan de atención y cuidados. “La valoración consiste en sacar a la superficie y exponer un iceberg de discapacidad que antes de ella no se conocía”. (Rubenstein, 1987).

Los test o escalas de valoración, por sí mismas no deben constituir un diagnóstico, pero sirven para complementar los informes médicos o psicológicos de las personas mayores.

Los objetivos básicos de la valoración, en formulación de (Pérez del Molino y Moya López), son mejorar el diagnóstico y la identificación de problemas y así establecer unos objetivos y asegurar un plan de cuidados racional. Por otra parte, es necesario conocer la situación de la persona para que permita predecir su evolución, y observar cambios en el transcurso del tiempo, creando una cartera de servicios y de esta manera evitar la institucionalización.

La valoración tendrá en cuenta diferentes aspectos, y será realizada por un equipo interdisciplinar, formado por personal médico, enfermería, y trabajo social. Por otra parte el SAD, debe ser considerado como un programa y no sólo como un conjunto de servicios.

En la planificación del SAD, también se puede hacer una valoración, sin aplicar instrumentos en formas de escala, aunque es mejor optar por su utilización, “El uso de instrumentos de fácil aplicación es más fiable, facilita la transmisión de información, permite la tabulación de los datos significativos y válidos y mide el progreso terapéutico en el tiempo” (Salgado y González Montalvo, 1993).

Las escalas de medición de dependencia física, determinan las limitaciones de las personas para realizar las actividades de la vida diaria, ya sean las denominadas básicas (ABVD), o las instrumentales (AIVD).

Aunque existen escalas totalmente validadas como, (Escalas de Cruz Roja, Índice de Barthel, PACEII, OARS, etc.) en la actualidad las dos escalas más recomendables por su fácil aplicación son el Índice de Katz, que mide el nivel de dependencia o independencia de las actividades ABVD: el baño, vestirse, acudir al servicio, desplazamiento, continencia, y alimentación. Con respecto a la medición de actividades instrumentales (AIVD) se recomienda la escala de Lawton y Brody,

Otra escala sería la de valoración del estado cognitivo, ya que la disfunción de estas capacidades afecta gravemente a la vida normal de cualquier persona, tanto para su vida personal, como a sus posibilidades relacionales.

En caso de deterioro cognitivo o posible deterioro se recomienda el Mini Mental State Examination de Folstein, debido a su fiabilidad, validez, sensibilidad, especificidad, poder discriminatorio y rapidez de aplicación, se tarda diez minutos en su aplicación.

Además de las valoraciones anteriores, otro aspecto a tener en cuenta es el apoyo social con el que cuenta la persona que se va atender. Conocer si la persona demandante del SAD, cuenta con un buen apoyo social ya que este aspecto puede ser decisivo para saber si la persona puede vivir sola en su piso, o es necesario otro tipo de servicio, como un piso tutelado o una residencia. Por ejemplo, si la persona en cuestión presenta una gran dependencia y vive con su pareja, también mayor y con mala salud y no tiene apoyo social externo por parte de otro familiar, el mantenimiento en el domicilio aunque se tenga SAD puede ser insuficiente.

El apoyo social para que sea tal, tiene que tener una frecuencia en el tiempo, una calidad en las relaciones familiares y sociales que sean mantenidos a lo largo de la vida.

Para la valoración del apoyo social, es necesaria la escala de recursos sociales de carácter multidimensional como el OARS, que ha sido utilizado ampliamente por la gerontología estadounidense y puede aplicarse en sólo 5 ó 10 minutos.

Otro aspecto importante sería valorar el estado de la vivienda y sus accesos, con estos datos y teniendo en cuenta el nivel de renta de la persona, como los recursos y subvenciones disponibles en el ámbito que se está interviniendo, podrá realizarse un programa de adaptaciones concretas para resolver las dificultades detectadas.

miércoles, 11 de enero de 2012

Ancianos no residenciados: Situación personal y modos de vida

La problemática de los ancianos abarca aspectos objetivamente biológicos y otros como factores psicosociológicos, así como aspectos históricos, como la evolución de los mayores de una sociedad agraria, hasta la moderna sociedad industrial, sus tendencias políticas, nivel de asociacionismo; etc.

En el contexto económico y cultural de nuestra sociedad, la vida del hombre, su empleo del tiempo, aparece separado entre su tiempo de trabajo (actividad) y su tiempo de ocio (descanso), la sociedad actual, al equiparar la utilidad de los individuos a su trabajo productivo socialmente rentable, y derivar allí su condición de sujetos activos, condena a los sujetos inactivos a la inutilidad y a la marginación; es el drama social de las personas mayores. Esto es la jubilación, el llamado ocio forzoso que es vivido como una carencia. Unido a esto, está la pérdida de poder adquisitivo, que no permite en ocasiones cubrir una de las necesidades básicas como es la alimentación.

El anciano suele iniciar con la jubilación una nueva vida cuyos efectos suelen crear sentimientos de marginación, que dan lugar a una acusada asociabilidad, creándole una desvalorización de su capacidad individual.

En el caso de las mujeres, sino trabajaron fuera del hogar, la jubilación no es tan traumática como en el hombre, el gran impacto emocional en la mujer adulta, es la provocada por la muerte del marido.

El empleo del tiempo libre para los ancianos, es de ocio pasivo: ver la televisión, jugar a las cartas, pasear etc. La relación del anciano con su tiempo libre es de aislamiento, de actividades monótonas. En la actualidad, existen en los Centros Cívicos diversas actividades culturales y de ocio para la tercera edad, que les ayudan a relacionarse y forjarse una red social de apoyo.

La generación perteneciente a la tercera edad, ha sido castigada por la guerra, una dictadura y privaciones, además la sociedad no tiene en cuenta a los mayores, su experiencia y su gran valor; es una sociedad hostil con el anciano donde privan los valores del individualismo en el sentido egoísta del término, lo que desemboca en una drástica segregación del anciano del resto de la sociedad.

Los sentimientos de soledad y aislamiento que vive la persona mayor disminuyen en las áreas rurales que ofrecen al anciano una mayor libertad de movimiento, un aumento de relaciones afectivas y una posibilidad de continuar una vida activa

Las relaciones de los mayores con sus familiares suponen un rasgo decisivo en los caracteres de la vida de aquél, y en las perspectivas de acogimiento y de servicios de salud. A veces la familia decide el ingreso del mayor en la residencia por no poder atenderle o porque les supone un estorbo para vivir su vida.

Los ancianos se quejan frecuentemente de la insolidaridad que manifiestan sus hijos hacia ellos, y de la insuficiente receptividad o atención que les conceden.