jueves, 2 de diciembre de 2010

Estereotipos ligados al Envejecimiento

Estereotipo: es una imagen mental muy simplificada y con pocos detalles acerca de un grupo de gente que comparte ciertas cualidades características y habilidades. Por lo general, ya fue aceptada por la mayoría como patrón o modelo de cualidades o de conducta. El término se usa a menudo en un sentido negativo, considerándose que los estereotipos son creencias ilógicas que limitan la creatividad y que sólo se pueden cambiar mediante la educación.

Envejecimiento: El cambio gradual e intrínseco en un organismo que conduce a un riesgo creciente de vulnerabilidad, perdida de vigor, enfermedad y muerte.

En nuestra sociedad, utilizamos los estereotipos con una connotación plenamente negativa. Existen determinados grupos protagonistas absolutos de dichos estereotipos, entre ellos las personas de la tercera y cuarta edad. Tenemos una visión de ellos global y en su mayor parte equivocada, y con motivo de ello son discriminados.

Un ejemplo de ello es la discriminación que sufren a nivel social. El frenético ritmo de la ciudad deja fuera de la corriente a la persona mayor quitándole el rol de la producción y asignándole el vacío, la incertidumbre económica y la soledad dada por el aislamiento. De esta manera la sociedad cargada de preconceptos con respecto al anciano deja inutilizado a este creciente sector de la población. Esta realidad social, daña severamente la autoestima de la persona mayor. La desvalorización está dada por la falta de sentido en sus vidas y la carencia de una función social luego de toda una vida de servicios a la comunidad a través de su trabajo y el respeto de sus semejantes.Esta marginación del adulto mayor, a su vez distancia a los jóvenes del anciano privándolos de la experiencia y sabiduría del que ha vivido mucho.

Más aún, los aleja de la posibilidad de comprender a la vejez como parte de la vida, ayudándolos, de esta manera, a prepararse planificando su futuro para no dejar relegadas a otros decisiones que deben ser personales.

Otra clara forma de discriminación surge tras la jubilación. En la sociedad consideramos que al comenzar esta etapa lo único que obtenemos de nuestros mayores es un gran lastre económico dado que es necesario dotarles de una pensión, pero en ocasiones olvidamos que ellos trabajaron a su vez para proporcionar a los mayores de su época las mismas pensiones que ellos aspiran a tener. Por otra parte no se valora la utilidad de estas personas en la vorágine de la vida diaria. Es posible considerar un rol para jubilados y ancianos, una manera de reincorporarlos utilizando su experiencia y trayectoria. La comunidad podría utilizarlos para cubrir las carencias que la falta de recursos económicos provocan en numerosas instituciones educativas, sanitarias o incluso en problemas sociales.

Algunos países como Estados Unidos y Japón ya están realizando programas intergeneracionales en donde tanto los niños como los ancianos se benefician de los encuentros. Así también algunas empresas están reincorporando a sus antiguos trabajadores como asesores de los jóvenes empresarios que suelen ser impulsivos e impacientes. Gran cantidad de personas mayores ya jubiladas trabajan como voluntarios.

Son muchas las maneras en las que se le puede dar un rol social fructífero a quienes están atravesando la tercera edad. No olvidemos puede ser sumamente valiosa su colaboración en colegios asistiendo a niños con dificultades de lectura y concentración. Los jubilados pueden realizar también trabajo temporal en comercios los fines de semana o para épocas especiales del año en donde se necesita más personal, lo cual les permitiría tener un ingreso adicional.

Sumando los beneficios de la reinserción de los adultos maduros en la sociedad es importante considerar que la imposibilidad de relacionarnos con el anciano, rico en experiencia no sólo humana sino histórica, nos aliena del concepto real del tiempo, del crecimiento personal y de una planificación coherente y práctica de nuestros últimos años.

Mencionar también la discriminación que sufren a nivel sanitario. Tendemos a acusarles de hacer un gasto excesivo de la sanidad, cuando en realidad no es así. En muchas ocasiones se justifican sus diagnósticos achacándolos a la edad, cuando no podemos olvidar que la enfermedad no entiende de edad, simplemente a nivel biológico son algo más vulnerables a ciertos dolencias, enfermedades o patologías. El atribuir en muchas ocasiones a la edad todo lo que padecen estas personas, lleva a realizar un mala praxis con todos los riesgos que ello conlleva. Es más fácil realizar un internamiento geriátrico que verdaderamente tratarles exclusivamente por lo que padecen. No se debe englobar en la marco sanitario a todas las personas de la tercera edad como si fueran iguales, discriminándoles exclusivamente por cuestión de edad.